Jesús Conde. La Habana. Centro de exposiciones de Caja Granada.
El pasado jueves 9 de diciembre, se inauguró la nueva exposición del artista y también profesor en la Facultad de Bellas Artes de la Universidad de Granada, Jesús Conde.
En la muestra, que se podía visitar hasta el pasado 20 de marzo, Conde recrea con un exquisito uso del color aspectos físicos de la ciudad de La Habana, fruto de los muchos viajes que realizó a la capital cubana.
Lo primero que cabe destacar a nivel visual de la exposición es que los cuadros no son simples lienzos o bastidores, y con simples me quiero referir a convencionales, pues muchas veces si pensamos en un lienzo lo vemos como una forma cuadrada, rectangular etc, en el que plasmar nuestra pintura. En esta ocasión Jesús Conde, nos da una lección de originalidad al presentar sus obras sobre un formato redondo, muchos de ellos del mismo tamaño, y otros mayores.
Creo que es un acierto trabajar no sólo en la propia pintura, que por supuesto es la gran protagonista, sino también en el propio soporte donde está situada, y de este modo el artista logra unificar ambos elementos, dignificándolos a la vez.
Y adentrándonos en el tema de la obra pictórica, casi medio centenar de pinturas inundan la sala de exposiciones de Caja Granada y es delante de todas ellas cuando uno puede darse cuenta de la magnitud que cobran las piezas, donde predomina el acertado uso del color y la luminosidad. Cada obra está perfectamente trabajada, representando calles, portales y fachadas de la ciudad, recreando ese paso del tiempo que el artista nos quiere ofrecer de La Habana Vieja, donde queda plasmada la arquitectura característica de la ciudad. Quedan patentes diferentes detalles de la ciudad, reflejados por ejemplo en las fachadas, portones etc, que adquieren, trabajados en un primer plano cierto aspecto de monumentalidad.
Como ya he citado, en esta muestra juega un papel importante el color. Un gran acierto el trabajo que Conde realiza con los dorados y los ocres, así como el uso de rojos y verdes, que ajusta a los fondos recreando atardeceres que no se alejan mucho de un sentimiento casi abstracto. Le otorga también texturas robustas, duras, a las paredes desconchadas de la ciudad sobre colores potentes y muy intensos.
Así pues y a modo de conclusión, la exposición del artista malagueño brilla por su expresividad, sobre todo por el uso del color, de las texturas, y por ese sentimiento de paso del tiempo, de generaciones, paseando por las calles de la capital cubana